jueves, 19 de octubre de 2023

Duelos de octubre

Los octubres para mi, por alguna razón suelen estar teñidos de duelo. Cada cual con su impronta: devastador, resignado, frustrante.

Hay diversas clases de duelo. Y aunque el más insoportable sin dudas sea ese que se da cuando un otro significativo deja de existir en este plano, el más difícil de vivir es aquél que se da porque ese otro por alguna razón decide no ocupar más un lugar en tu vida.

En el primero, cada recuerdo y deseo decanta en lo imposible.
En el segundo, todo es posible pero falta deseo de que sea y en esa impotencia de que el otro todavía exista fuera de mi vida hay una cuota enorme de desesperación.
La posibilidad de encontrarlo en el supermercado, de entablar un contacto virtual efímero que llene de fuego la panza en un instante -pero que siempre decante en ausencia- te sumerge en un subeybaja de esperanza y frustración que no se va al primer chocolate -ni al segundo-.



Duelar a alguien en vida es enfrentarse a diario con el poder pero no deber. La fuerza necesaria para no arremeter con todo contra lo dado e intentar de algún modo revertirlo con alguna escena típica de película es monumental.
También es posible que la subjetividad en este proceso juegue un papel primordial. Quienes vivimos duelos de los primeros sabemos el sentido de lo permanente de la muerte, entonces sobrellevar un duelo elegido en vida parece inconcebible.
Acá la aceptación es vencida de antemano por la indignación, hasta que las horas pasan y los escenarios de Hollywood no suceden. 
El proceso empezará tarde o temprano a regañadientes para cumplir sus fases con algunas trampas que permite la tecnología. Y si todo sale como indica el manual de psicología, al cabo de unos meses esa "muerte" estará superada.