Terminó la feria judicial.
Llueve.
La operadora de Radio-Taxi no
responde.
La diagonal colapsa otra vez, el micro se escurre en un semáforo
traicionero.
Diez minutos de espera y aparece el 23.
El visor de la máquina
chupa crédito me recuerda el aumento en la tarifa de la sección: “Saldo
insuficiente”.
El chofer me mira: -Qué pasó flaca? (primer piropo del día,
pienso). –Me quedé sin saldo (puchereando) ¿Con monedas cuánto es?. –Pasá y
escondete en el fondo.
La primera buena acción del día del hombre inicia la
rueda de bumerangs energéticos darmáticos.
El primer día hábil de febrero. Los supermercados anuncian la “Vuelta
al cole” y reabren los kioscos que acorralan los edificios públicos.
El modo holiday se diluye
con estas lloviznas pro frizz.
Las promesas de goce se desgastan ante el peso
de la rutina y la maldita costumbre aún más pesadumbrosa de subsistir con
sonrisas a media asta.
Todo lo que en ese ya lejano enero parecía posible y real se desvanece
a la par del contraste de la marca de la bikini en la piel bronceada.
El nuevo ciclo empieza en un mes. Esta bisagra hasta el otoño tamizará
algún pedazo de lo que supo ser plenitud. Los semáforos anuncian la onda roja...