miércoles, 18 de diciembre de 2013

Escondites escondidos

Los escudos, los escondites: esas cosas o lugares cómodos que pensamos usar un tiempo para resguardarnos y representarnos.


Esas armas de doble filo que por momentos reemplazan la esencia. Años varios transité detrás de una coraza, los últimos la reemplacé por una cámara de fotos detrás de la que escondía mi imagen, presencia y cara completa. Fue la excusa perfecta de mis actividades, el motor de las invitaciones a eventos sociales y la guía de algunas amistades.

Fui testigo atestiguando tímidamente la vida y el universo. Las convocatorias de repente eran hacia mi escudo, ahí advertí que mi ser se había reducido a mi herramienta de escondite. Un objeto pseudo valioso pero efímero que ante la primera inundación corrió peligro como mi vida, un objeto que protegí más que a mi cuerpo, un objeto manipulable en el que deposité mis pasiones, inseguridades y frustraciones. Un objeto.

Ayer corrí mi cámara de mi cara y vi el universo con los ojos sin mediaciones, registré el momento en unas sinapsis que no se revelan más que en algún recuerdo. 
El paso siguiente es objetivarlo, moderar su uso y disfrutarlo como tal. Liberarme de mi propia arma. Soltar su correa y entrar a un salón repleto de gente sin justificaciones. Ser sujeto autovalorado sin fines de lucro