Esos minisueños en los que aparecen
acá quienes están allá diciendo eso que no pronunciaron jamás.
Sueños-flash en
los que todo es posible –en colores o en blanco y negro-, incluso volver el
tiempo y enmendar profundos errores.
Onirismos que hacen clic en la realidad
del soñante.
Esa gran magia efímera que pende de un
hilo en contraste con el abrupto despertar ante un beep del lavarropas que nos devuelve a este lugar con la misión de
reducir ese contraste hasta la felicidad.