Resulta casi imposible en algún momento no repensar los pasos andados
y rebobinar fantaseando en el mundo de las posibilidades. Interpretar la vida
como “Elige tu propia aventura” con la chance de vivir todas las vidas y
finalmente elegir esa versión de nosotros que nos hace más felices.
Los calendarios de perritos, faros, amaneceres y mujeres pulposas me
despertaron esta mañana del congelamiento temporal en el que me sumergí algunos
años. Congelé imágenes, palabras, situaciones aunque mi cuerpo y mente
transcurrieron tal cual la pauta social lo indica.
Ella no está y en mi mundo
del cómo hubiera sido si, ella cumpliría 60 años. Pero la inmortalicé en sus
51, en esa mirada, con ese corte de pelo, con esas respuestas con las que a
veces discuto o me pongo de acuerdo. Inmortalicé su amor y sus brazos que en
algunos sueños me protegen y contienen.
Imagino cómo sería su aspecto ahora, qué ropa hubiera elegido del
abanico actual, qué opinaría de mis zapatos, de mi flequillo, de mis
confidencias, de mi trabajo, de mis fotos..hubiera yo elegido todo esto que es
mi presente? Viviría en este espacio?. Y ahí me hundí en los mares de lo que no
pudo ser, en los de lo que hubiera sido si… Entre algunas lágrimas inevitables
de este duelo en cuotas.
Silencié las voces del deber ser: “Sos grande para..”, “Ya pasó mucho
tiempo..”, “Ella está de otra forma..”. La frase hecha nunca encajó muy bien en
mis transcursos y definitivamente hoy tampoco. Permitirme en estos tiempos de
trajines un receso del disfraz, estimo (y espero) que forma parte de este re-despertar
en el aquí ahora con estos contextos y aquellas ausencias sin las
mortificaciones de los detalles que cambiaron los desenlaces de los cuentos que
imaginé en la infancia para quedar en este presente que supone ser la única
forma de ser yo que el universo encontró.