El espectro Radioeléctrico fue declarado Patrimonio de la Humanidad mediante el Tratado Nairobi-Kenia en 1982. Qué mejor lugar que África para asignar patrimonio común de todos los seres humanos algo que no se puede comer. “Humanidad toda, desde Nairobi les damos como patrimonio el Espectro Radioeléctrico: no podrán tocarlo, pero está ahí”..
El capitalismo no pudo objetar. Claramente el aire es inescriturable e inapropiable, por ende inexpropiable, extraña manera de asignarlo entonces como patrimonio.
En fin, somos tangibles. Nos aferramos a lo tangible. El valor que cobró el aire por transportar las ondas sonoras mediadas por antenas es un símbolo equiparable a cada actitud que tomamos diariamente al aferrarnos a los objetos que valen o bien muchos cuantos pesos o varios recuerdos cristalizados.
Llevé el anillo en el meñique de mi mano izquierda por una década –meses más, meses menos-. Era de oro: así hubiera sido de lata el dolor inmediato por su pérdida hubiera sido el mismo. La carga energética de lo que estaba compuesto pesaba más que mi propio cuerpo; y lo llevaba encima. Mamá lo lucía en su anular hasta el domingo en que se lo pedí: representaba para ella el efímero compromiso con su ex –marido, ahora mi padre.
Durante los últimos siete años cada vez que mi pulgar lo rozaba me remitía a ella y nuestros recuerdos. Este lunes al no sentirlo de repente me estremecí de dolor por el vacío en mis manos y ese pasaporte a los recuerdos. Más tarde entendí que el cúmulo de emociones que había depositado en él convivían en mí sin poder ser tomados con alguna extremidad. Su ausencia física no representaba más que eso…
El éter me pertenece. La materia no es su cable a tierra: es la excusa de la Humanidad para acumular objetos.
Los cuerpos son sitios de tránsito, los amores fraternales viajan en Mhz!