Cada despedida parcial como un abrupto final. Cada encuentro con la incertidumbre del primer día.
Los extremos de las situaciones con-vivían en su imaginación. El mundo de las ideas era la previa a toda realidad.
Historias de teleteatro de las 16 a montones se tejían entre sus hipótesis cada vez que no interactuaban.
"Se aburrió, se dio cuenta de mi celulitis, conoció a alguien más, una abducción le mostró el mágico mundo marciano, volvió su ex, o la ex ex, o... aaaaaaaaa CHALECO DE FUERZA"
Tanto miedo al dolor, al engaño, al despojo repentino, al abandono, a la pérdida impredecible...
Una vez más esa autopista que une y separa dará unos minutos de tregua a las inseguridades y la ansiedad.
Pero ante algún silencio el apocalipsis llegaba. La situación imaginaria recurrente se transportaba al futuro con condimentos reales del pasado cuando la vida los volviese dos desconocidos otra vez.
El miedo paralizante, innecesario, irracional, inservible.
Como si vivirlo cada vez evitara las posibilidades, cuando por el contrario las predispone buscándolas con ese maníaco auto-boicot inconsciente.
Y si reviviera Marilyn Monroe y la encuentra en el Subte D estaría bien!