Me cansé de vos. De tus demoras arbitrarias, de tus "sin asiento", de tus cortinas con olor a próstata. De tu frío polar en verano y tu sauna a motor en invierno.
Me harté de la baba del vecino ocasional y los piquetes que te atrasan.
Me pudrí de la sensación de ver la rosa roja acercarse y tus escalones sin proporción.
Ya no soporto los refugios de esperarte ni los encuentros casuales con el pasado a los que me sometés.
No me interesa hablar por cortesía ni seguir leyendo tu "vidrio de emergencia".
Decidí no exponerme más a los estallidos de los cristales por piedrazos en la odisea de llegar a casa.
Anhelo no formar más parte de este contingente idiota que se muda día a día de ciudad para poder comer a la hora que a Buenos Aires se le canta.
Me enferma tu pasillo, por el que ya no pasan mis caderas, el aumento de tu boleto y tu asiento con reclinación azarosa generador de contracturas y celulitis.
Quiero decir chau smog porteño, vuelvo a mis tilos platenses...