El tiempo atrás no va a volver. Por más lágrimas que corran y plegarias al cielo. Por más sueños, pesadillas e insomnios que acompañen las noches de las que intento escaparme.
La caída a un vacío con ramas secas me desespera. Las trampas de cúmulos de hojas en este otoño me sorprenden cuando creo llegar a un suelo rígido. Terminar la caída es el deseo. Aunque sea de un golpe. Algo duele sin tregua. Las risas ya no son lo que fueron. El espejo cada día se enemista más conmigo.
Busco la luz. Cada tanto amanece entre mates, cervezas, bizcochos con amigos; ‘orsais’ del pincha con papá o hamacas con Carla. Ese gatillo me tortura: la inspiración no nace, no encuentro el color.
La sueño: me mira, me habla, me besa, se enorgullece, fuma, toma mate, come bondiola, peleamos, vemos tele, duerme, despierta, me ama..
Armada de paciencia, esperanza y tolerancia vuelvo al mundo inmundo a enfrentarme con la rutina como puedo: gruñendo al entorno pero buscando sólo amor.
