La atención había estado puesta en lo irreal durante mucho tiempo. El cambio de eje se dio en un instante. Cayeron las fichas como efecto dominó entre cervezas y su consecuencia. Tiempo atrás nada parecía tan claro. Las situaciones se habían dado naturalmente. El pasado, las palabras, las ofrendas, las sonrisas caían una a una mientras pensaba si estaba presentable. Sí, en ese minuto. No importaban las horas anteriores ni el primero o segundo encuentro. Pensaba en todas las palabras desafortunadas que habìa pronunciado. Temía no agradarle. Sí, en ese instante. Y los anteriores?
Era eso: la humanización de las palabras. Y un sueño selló la certeza. Pero ya nada era como al principio. Había dejado ir la oportunidad sin darse cuenta. Cómo podría cambiar las reglas de una relación que se había dado tan virtual y espaciada en el tiempo? Todavía había una esperanza. Quedaba una carta. Alguna complicación podía surgir. El miedo otra vez. La inercia que peleaba por dejarlo todo en el ciclo de movimientos. El teléfono, otra vez la cerveza. Un sueño nuevo, la intensidad: incertidumbre.