domingo, 12 de septiembre de 2010

Reflexiones de AUTOPISTA agravadas por las noticias recientes.

No comprendo ciertos vínculos que -entiendo- se dan cotidianamente en esta sociedad. Al margen mi subjetiva situación de imantación enzimática de hombres rompepaz.
A la gente como yo la tildan de pretenciosa y temerosa al compromiso.
Al principio creí que estaban en lo cierto las voces plurales que sostenían tal aseveración. Ahora me niego, los niego. Mis pares generacionales asumen la convivencia y el matrimonio como una garantía de NO SOLEDAD a la que no adhiero. Mientras tanto, algunos se sumen en el compromiso silencioso sin molestar a terceros. Otros, en cambio, no conformes con su decisión de futuro, desafían el santo sacramento y la moral pública buscando algún otro cuerpo con el que compartir ratos "felices".
La certeza de la cama en dupla y el desayuno de las 7 am ya está.
Lo siento una competencia: encontrar lo cómodo y seguro para amarrarlo con un anillo o un contrato de alquiler.
No me resigno a someter mi amor a tal moda. Me cuesta soledad y cruces con hombres mal cas(z)ados que dicen encontrar en mi algo diferente cuando sé que todo es producto de su monotonía sexual.
Hoy me indigné con todo a mi alrededor. Estoy decepcionada del mundo. No quiero alquilar un medio mundo y caz(s)ar con esas redes a algún animalejo con bigote y billetera -si es posible-.
Y el caradurismo de muchos que no saben qué hacer con su infelicidad y te la comparten gratuitamente, como si uno no tuviera suficiente con su elección de soledad pacífica y sabia para cargar con el drama de una pareja (in) completa.
El infiel sarcástico con complejo de amor: es el peor de los infieles crónicos. En lugar de admitir su propósito (como bien hace el infiel sincero), se encomienda a la ardua tarea de simular una soltería y un enamoramiento de su intento de "amante" para conseguir su cómoda posición.
La estupidez a veces nos invade y creemos el palabrerío. Él vive como rey árabe con cama invariable (o dinámica, mejor dicho) mientras el séquito de amantes regalan su sexo por un par de mentiras tiernas y algún abrazo.
La planta oficial tiene un papel tristísimo. La amante a veces hasta se compadece de ella que se jacta de pareja feliz a costas de la lástima de las mujeres a las osa conquistar "su" media naranja -podrida-.
Me he dedicado especialmente a entender a mis congenéricas cornudas, debo admitir que fracasé en el intento. A cambio, les aseguro dejar el "Clan de la otra" en compromiso con la causa a favor de la planta engañada. No van a saber de mí en la complicidad de una infidelidad.
Es por el momento lo que puedo hacer, además de expresar mi malestar con tales situaciones ya naturales. Sepan devolver el favor aumentando su amor propio en detrimento del amor egocéntrico de sus respectivas irrespestuosas parejas.