Pensó que así era la vida: una buena y una mala. Creyó que detrás de cada gran sufrimiento el tiempo le obsequiaría alguna alegría, o quizás bienestar.
Durante muchos años atravesó cada golpe en su vida aguardando instante de la felicidad retribuitaria de aquel anterior mal trance.
Pero esperó tanto y depositó tanta fé en aquella convicción que un día se encontró vieja, sola y desgraciada en una cama impaciente por un cambio.
Analizó sus creencias y su vida a la par. Descubrió lo patético de su pensamiento…
Abrió los ojos aquella tarde, sintió lástima de sí misma por verse tan sola y tan similar al resto del mundo que las fuerzas no le alcanzaban para dar el paso inicial hacia el cambio.
Notó que las personas a su alrededor se desvanecían con el paso del tiempo y que ningún vínculo sería tan fuerte como aquel que tuvo unos años y que se llevó el destino. Pensó unos instantes en nada más que en ella y enfocó sus proyectos en el cumplimiento de su sueño; ese que todas las personas le habían boicoteado con el maldito sentido común.
Tenía 14 días para dejar atrás todas las banalidades y mentalizarse de que ese sacrificio daría los frutos necesarios.
Planificó esos tres años restantes de forma organizada dejando lugar al principio de incertidumbre por aquello inesperado capaz de suceder en todos esos meses de arduos estudios, escasos descansos y grandes ahorros.
Nada la detendría… ninguna espera, ningún sentimiento más que el de llegar a su meta.
Ese viaje le quitaba el sueño desde hacía varios años. Al principio la detenía su madre. Más tarde la creencia de que algo en su lugar de origen valía la pena. Pero ahora viéndolo todo, nada la ataba, nada en absoluto la detenía a analizar un instante su decisión.
Debía ser paciente y constructiva, fría y calculadora. No debía enamorarse, tampoco le costaría… jamás lo había hecho, no habría razón de que sucediera. No debía dejarse llevar por las palabras de los frustrados estructurados humanos que opinaban a su lado.
Ahora sólo esperaba ansiosa comenzar con esa vida que se había propuesto llevar adelante: una vida fría, triste y solitaria.
Por un momento comenzó a indagar en lo que las personas que conocía representaban. Revisando en cada vida supuso que nadie había cumplido un sueño ni proyectaba hacerlo, es más, que nadie siquiera tenía uno que perseguir. Lo revisó un minuto y puso en tela de juicio aquella conclusión. Quizás ella era una ilusa que vivía en un mundo irreal o que las personas a su lado simplemente tenían sueños diferentes: tener un 0KM, varios hijos, ser gerente, jugador de futbol…
El dolor pasó por su mente… ya no había dolor posible en su ser. Ya había perdido todo aquello que creía insoportable en ausencia. Nada la asustaba y una vez más creyó que nada la detenía.
Seguía pensando. Pensaba ahora que tenía tiempo, ya que más adelante no podría darse esos lujos. Por falta de tiempo, por los efectos nocivos que eso provocaría. Un mal pensamiento de un segundo podría echar por la borda todo su perfecto constructo de vida hasta el título universitario y el dinero necesario para el viaje.
Maldecía los días por sólo tener 24 horas. Sentía que no le alcanzaba para hacer todo lo que necesitaba. Sabía que una de las reducciones temporales que debía hacer era las del descanso personal. 7 horas era demasiado en esta nueva vorágine. Ni hablar de la recreación; resignada casi por completo. Su vida sería estudio, trabajo y hogar.
Ya había empezado su investigación. Ubicación geográfica del lugar, datos superfluos, antecedentes, religión, idioma… en fin, el primer paso hacia la inmersión total en el mundo de su sueño.
En todo ese entamado de pensamientos que ahora solo podían cruzarse por su cabeza, uno la detuvo más de lo normal ¿de dónde había sacado esa faceta pseudointelectual y soñadora?
En su familia nadie tenía –ni había tenido- esa clase de aspiraciones ¿Cómo su cabeza y sus deseos habían podido proyectar una cosa semejante sin ideas reproducidas de otros? ¿Qué había hecho ella para llegar a aquel punto?
Quizás rompiendo con la reproducción de estructuras optó por el cambio que quiebre con las generaciones anteriores de ataduras que caracterizaron a sus ancestros.
Faltaban años aún para estar en condiciones de cumplirlo. Pensaba en qué haría hasta entonces durante los recesos educativos. Tantos pensamientos la invadían que creyó que ese era su problema: pensar.
Nadie tomaba enserio su sueño. Algunos intentaban hacerla desistir de llevarlo adelante. Otros reían creyéndola una demente. Ciertas personas quedaban perplejas emitiendo esas dos palabras que la llenaban de ira: “estás loca”. En cambio otro grupo de seres se sonreían irónicamente, asentían con sus gestos sin reparar en seriedad del asunto. Por todo esto ya se había resignado en darlo a conocer. Menos esperaba el consentiemiento.
A veces se preguntaba si alguien en el mundo compartía su pasión por estudiar aquella cultura. Si fuera así, si alguna vez la encontraría.
Llegó a cuestionarse si verdaderamente alguna vez llegaría a estar al menos 20 días en Irak al fin.
Los bosquejos teóricos siempre han sido una ilusión. Su personalidad, o, contrariamente, la vorágine social la llevó a retocar determinados aspectos de aquella ambición. Por otra parte, algo muy temido intentaba inmiscuirse en su vida.
¿Ese era su sueño? O más bien era un escape? Una evasión de vinculaciones. Existiría e equilibrio entre el deseo personal y las satisfacciones sentimentales? Quizás. En tanto y en cuanto los sentimientos fueran mutuos y exista la libertad… aunque, supuestamente este punto era el más temido: volver a sentir profundamente, depositar lo más sensible de sí y terminar acabada con su amor devuelto. También es cierto que tarde tomó las precauciones. La amistad se está mezclando en su vida y el error parece irreversible.
El silencio es la única opción y la amistad su resignación.
Irak queda tan lejos… pero sabe que llegará, ya no importa cuando, importa que lo hará.