Llegó a la primera estación, a la última. Sentada en el típico banco de los que esperan, pensó de qué estaba huyendo.
A kilómetros de su rutina y de ese mundo que la hartaba, todo seguía igual.
Huía de sí.. imposible, cual un perro en busca de su cola... es ir y volver al mismo lugar.
Huía de su pasado, pero estaba en su memoria.
Huía de su personalidad, ella estaba encarnada.
Huía de sus pasiones, ellas se volcanizaban en su interior.
Ahora no era hija, hermana, amiga, alumna, empleada... era ella sola. Entendía que aún así no podría convivir consigo.
De cualquier maner no volvería.
Escribiría su vida, una nueva, a su antojo. Sin los matices que el contexto, la historia, la casualidad le habían pintado.
Maquiavélicamente, pensó su proyecto de vida de ahora en más...