viernes, 16 de mayo de 2008

Trompetalandia*

Alguien la llamó "trompeta". Arbitrariamente, se le asignó un aspecto formal en el sistema de signos que conforma nuestro lenguaje. Tiene un diseño y un mecanismo. En contacto con la vibración de un cuerpo blando y el tránsito de determinada presión de aire emite un sonido variable: estridente, pianístico, grave, agudo, dulce.


Protagonista en protocolares ceremonias reales, acompañante en orquestas, participantes de alegres cumbias y tradicionales jazz.


Como todo, está en constante resignificación:
Con ella algunos alegran oídos, otros los rompen. Entristecen corazones. Descargan iras. Alimentan egos. Demuestran talentos. Reafirman ineptitudes. Los narcisos se contemplan en su campana metálica. Los amantes de la decoración las cuelgan en sus paredes, las encierran en vitrinas. Los coleccionistas las inscriben en catálogos con especificaciones. Los fabricantes ganan dinero. Los plumeros las limpian. Los labios las besan. El frío las enfría.


Muchos músicos las aman. Los fotógrafos la registran con las lentes de sus cámaras. Los dibujantes las reproducen. Los escritores la describen y crean un mundo hermoso en su entorno.


Otros hijos de vecino intentamos sacarle sonido, brillo y fotografías. Describirlas, vernos en el metal que la compone, iracundizarnos a través de ella. Traducir partituras con su mecánica y nuestra habilidad gestual... construirnos a partir de su existencia.



*Gracias Agustín por sugerir un posteo de estas características, espero te guste. Saludos y disfrutá tu viaje.