miércoles, 17 de abril de 2013

Dimensiones


Como todo lo que empieza a pasar… será el optimismo, la irracionalidad, el instinto mental de supervivencia, la pulsión de muerte o la ingenuidad lo que operó esa tarde-noche-madrugada para nunca imaginar que las cosas iban a ser como resultaron al final.
Una calle tapada de agua. Dos calles tapadas de agua. Un barrio tapado de agua. Dos o tres barrios tapados de agua. Una corriente, fuerte. El agua al pecho. Un cadáver. El agua a la cintura. Un poco de frío. Un par de horas. Media docena de horas. La mitad de un día bajo el agua.
La sorpresa, la risa de lo absurdo. El miedo, la desesperación. El terror.
La solidaridad. La miseria humana. El egoísmo. La contención. La desolación.
El agua barrió con casi todo. A su paso también le quitó el velo al aparentar y quedó el ser al desnudo. Arrasó con el quedar y dejó el estar..o no estar.
Cuando el barco se hunde, dicen que las primeras en huir son las ratas. Y cuándo la ciudad se hunde? También. Disfrazadas de amigos, vecinos, colegas, funcionarios, profesionales, comerciantes disfrazados de cualquier cosa con un traje que destiñe al primer lavado –o inundación-.
La nobleza se magnifica. La despreocupación duele más. Dimensión. Dimensionar. Esas son las palabras inabarcables.
Después, cerrar los ojos y transportarse en el tiempo hacia un momento pasado en un contexto que simula ser idéntico al actual. Pero un momento en el que todo se sucedía de otra forma. Las caras eran otras, las esperanzas quizás también. Los arribos eran muy diferentes así como las sonrisas.
Hacerme espacio en este presente es algo complicado. Se siente como volver a usar ese vestido de antaño al que este cuerpo tan distinto ya no está acostumbrado.
Estos días como un limbo. Como una bisagra. Un término medio. Una transición. Material? Espiritual? No lo sé, costosa pero feliz.
Y ahí está el agua como metáfora irónica. Sin contención. Dónde se contiene lo que siempre contiene otra cosa? Aprender a desbordarse a tiempo para no vibrar en la catástrofe. Esa es mi lección.
Hoy ya nada es como ayer. El augurio es que mañana una estabilidad romperá con estos titubeos.