sábado, 12 de abril de 2008

Proyecto (2da parte)


Siempre el cálculo del tiempo había sido su obsesión. Ahora tenía dos horas de espera. Qué haría en esa terminal para soportar el improductivo correr de los minutos sin que los pensamientos la hicieran desistir de su viaje?


Abrió el bolso y sacó el atado de cigarrillos empezado y una bolsa de caramelos.
Analizaba que cada cigarrillo tardaba en consumirse alrededor de cuatro minutos y medio. Si jugaba con algún caramelo en su boca estaría perdiendo un minuto con cada uno…


Contaba cuantos cigarrillos y caramelos gastaría hasta la hora de partida cuando alguien se sentó a su lado. Su respuesta a tal cambio contextual fue de aparente indiferencia. Pero parte de su plan se había modificado, no pensaba fumar al lado de otra persona a la que podría molestar.
Escuchó que su vecino murmuraba algo; en ese momento percibió que era mujer.
Martina la miró y le dijo que repita la pregunta porque no había podido oírla.

La mujer, de cómo unos cuarenta años, le ofreció adivinar su destino por medio del tarot a cambio de algunos pesos.
Pensó un poco en todo el tiempo que tenía libre, en su interés por las ciencias ocultas y en ese momento de su vida en el que no sabía bien qué hacer y asintió como quien responde a la pregunta más burda.

Fueron al café de la terminal y la mujer –que se llamaba Elena- sacó una caja con un montón de láminas que indicó a Martina mezclar contra las agujas del reloj.
Una vez dispersas en la mesa, Elena ordenó juntarlas, cortar en tres montones y elegir uno.
Martina escogió el del medio.

La adivinadora empezó a echarlas boca abajo formando figuras geométricas y develando al terminar, cada una de ellas que exponía formas egipcias.

Al estar todas dadas vuelta, Elena miró a Martina y le preguntó cuánto hacía que estaba en pareja. Martina río irónicamente y le dijo que no mantenía relación estable ni inestable con nadie. Elena achicó los ojos y siguió leyendo. Pensó tocando las láminas como si le trasportaran algún tipo de presagio o energía y dijo:

- Lo más importante en tu vida es el amor, sin él no sos capaz de vivir.
La joven la miró dudosa. – A qué amor se refiere?
- A todo el caudal de sentimientos que estás guardando y te encantaría destinar a una sola persona.
- Creo más en el amor en general, en el que se da a la vida en sí, a las personas que no conocemos, a los amigos, a la familia y animales. No se como explicárselo… dudo que todo eso pretenda dárselo a un solo hombre.
- Sí! Así lo dice claramente el tarot. Nada te importa más que eso. Tu carrera está ahí porque sí, estudiás por costumbre. Tu empleo te da el sustento. Nada te sacaría de esta crisis que atravesás más que lo que te dije.
- Okei, siga con otra cosa mejor.- ya para esta altura Martina estaba descreída de su tarotista. Pensaba en todos sus proyectos profesionales, en sus múltiples pasiones y en lo ilógico de que nada de eso saliera en esas cartas.
- Cuánto hace que terminaste tu noviazgo más fuerte?
- Nunca! Nunca tuve una relación importante!
- Entonces tiene que ser lo que vas a pasar, viene algo importante para vos. Quizás el mejor y más fuerte sentimiento.
Martina se mantuvo en silencio, ya no le creía nada. Lo que más le dolía eran los treinta pesos que tuvo que pagarle por adelantado a esa chanta.
La bruja le indicó que barajase nuevamente.
- Querida vos vivís con tu madre verdad?
Martina quedó dura. – NO!! Vivo con mi papá, su esposa y mi hermana.
Elena no dijo más y miró las cartas preocupada.
- Tenés un corte hecho. Alguien te trabó para siempre en tus relaciones. Seguramente te veas horrible, como que pasás desapercibida por el mundo y la vida de la gente. No entiendo como nunca pudiste estar enamorada y ser correspondida, seguro..
- Nada de lo que dice tiene sentido!! Para qué quisieran hacerme mal? Por qué estaría obligada a tener alguien al lado?
- La gente es mala. Tomá nota: dos habanos de chocolate, tres velas blancas y tres rojas, cuatro metros de cinta bebé rosa y cuatro amarilla. Cuanto lo tengas y estés preparada llamame y hacemos una limpieza. Vas a ver cómo vas a volver a ser la de antes.
- Si.. gracias- Martina guardó la tarjeta de Elena en el bolsillo y se fue maldiciéndola. Por lo menos había perdido media hora… y treinta pesos.
Volvió al banco del andén y pensó una y otra vez en todo lo que le había dicho. Al final no le predijo nada, no habló de su huida, ni de sus proyectos. Se empeñó en las relaciones que no le quitaban en absoluto el sueño a Martina, que anhelaba viajar y ser libre.

- Claro-se dijo Martina- nos ven la cara. Pendeja que consulta tarot tiene problemas sentimentales. Que bruja de mierda y yo que boluda-. Enseguida tiró la tarjeta de Elena en un tacho.

Tenía más de veinte años. Era casi profesional. Creía en el horóscopo y en el amor a primera vista. Amaba las flores y la música. Odiaba el egoísmo.
En la hora que le quedaba hasta subir al colectivo limpió su billetera. Tiró todas las tarjetas que guardaba sin razón más que la de recordar. Mientras se despojaba de todo papel que no fuese dinero percibió que había olvidado toda su documentación. La primer reacción fue autodefenestrarse. Después de analizarlo, era una buena oportunidad la de no ser nadie; o ser quien ella quisiera y no quien dice un documento.

Sonrío suspirando mientras sacaba el celular del bolso. Estaba apagado. Al prenderlo borró cada mensaje guardado y cada número agendado en él. Viéndolo tan insignificante al carecer de contenido sentimental por todos los recuerdos de palabras dichas que allí residían, lo desarmó y le dio el mismo destino que a la tarjeta de Elena. Ya empezaba a sentirse libre.
Llegaba la hora. Fue en busca de gaseosa y más caramelos para el viaje.
Llegó el colectivo. Subió, esta vez sin mirar atrás.